Ser muy descarado, pedir o hacer cosas sin vergüenza ni consideración.
Se presentó en la fiesta sin invitación y pidió que le sirvieran primero… tiene un morro que se lo pisa.
Ser muy descarado, pedir o hacer cosas sin vergüenza ni consideración.
Se presentó en la fiesta sin invitación y pidió que le sirvieran primero… tiene un morro que se lo pisa.
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Complicar algo innecesariamente hasta causar el hastío de los demás.
Sólo le pregunté si quería carne o pescado, y acabó hablando de la dieta de los astronautas… siempre le busca los tres pies al gato.
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Expresión que indica que alguien ha perdido momentáneamente la cordura, ha dicho o hecho algo sin sentido, o se ha despistado gravemente. Puede usarse tanto en tono humorístico como crítico.
Se me fue la olla y puse la leche en el zapatero en vez de en la nevera.
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Algo que parece interminable, tedioso o aburrido. El simil con un “día sin pan” evoca una jornada dura, pesada y sin lo básico para sobrellevarla.
La clase del lunes fue más larga que un día sin pan, el profesor hablaba y hablaba y el timbre no sonaba.
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Alabarse a uno mismo, destacar sus propios méritos o cualidades. Se usa cuando alguien presume de lo que ha hecho o exagera sus logros para quedar bien ante los demás.
No quiero echarme flores, pero el proyecto salió perfecto gracias a mi contribución.
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No tener importancia, influencia o relevancia en una situación.
En esa reunión no me dejaron opinar… fui un cero a la izquierda.
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No dormir nada durante la noche, por insomnio, nervios o molestias.
Con el ruido de la calle no pegué ojo en toda la noche.
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Estar en una situación límite, especialmente económica o emocional, sin margen de maniobra.
Entre la hipoteca y los gastos, estoy con el agua al cuello.
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Expresión que señala que lo importante no siempre es lo numeroso o lo vistoso, sino lo que realmente tiene peso o impacto. Se usa para relativizar la importancia de lo aparente frente a lo sustancial.
No te fijes en los demás, más caga un buey que cien golondrinas.
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Palabra utilizada de forma afectuosa, cercana y familiar para dirigirse a alguien. Funciona como un apelativo cariñoso, similar a “amigo”, “compañero”, “cariño” o “colega”, dependiendo del contexto.
Literalmente, “chato” significa “de nariz aplastada o poco prominente”. Con el tiempo, este rasgo físico se convirtió en un apodo, y de ahí pasó a usarse como mote cariñoso o informal.
Anda, chato, no te preocupes, que todo se arregla.
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Relajado, tranquilo o despreocupado, incluso en situaciones tensas. Se suele decir «estar» o «quedarse más fresco que una lechuga».
Mientras toda la familia discutía fuertemente en la comida de Navidad, él estaba más fresco que una lechuga pelándose sus gambas.
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Formarse un gran alboroto o pelea.
A mi abuela le cambias el canal mientras ve su telenovela y te arma la de San Quintín.
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