Persona pesada, que molesta por insistente.
Ese vendedor es un pelmazo, no para de llamar. ¡Es la quinta vez hoy!
Persona pesada, que molesta por insistente.
Ese vendedor es un pelmazo, no para de llamar. ¡Es la quinta vez hoy!
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Rechazar a alguien, especialmente en el amor.
Le declaré mi amor y me dio tantas calabazas que monté una verdulería 🙁 .
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Utilizado para señalar que alguien se da por aludido o se molesta cuando escucha una crítica o comentario, aunque no se le haya mencionado directamente. En otras palabras, si alguien reacciona con enfado, es porque probablemente la crítica le afecta o le describe.
No te pongas nervioso, nadie te acusó; recuerda que quien se pica, ajos come.
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Sentirse o estar completamente solo, sin compañía ni apoyo. Se usa tanto literal como emocionalmente.
Desde que se mudó, no socializa a nadie. Está más solo que la una.
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Hablar demasiado o contar cosas que no debería.
Contó el secreto nada más se lo dijeron… qué lengua más larga tiene.
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Se dice de algo o alguien que aparece por todas partes, de forma excesiva o repetitiva.
El afán de protagonismo de ese político es indescriptible, está hasta en la sopa.
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Se usa para referirse a alguien astuto, pícaro o difícil de engañar. También puede señalar a una persona traviesa, con malas intenciones o que suele meterse en líos, por lo que conviene tener precaución con ella.
Ten cuidado con Juan, que es un pájaro de cuidado y siempre se las ingenia para salirse con la suya.
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Se usa para afirmar que algo es totalmente cierto o indiscutible.
Comer bien mejora tu vida. Facto.
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Forma cariñosa de llamar a otra persona, aunque puede usarse en un tono irónico o en un contexto de recriminación. Deriva de la palabra ‘amor’.
Morch son las siete de la mañana y ya me estás contando tus dramas.
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Vergüenza ajena. Se usa cuando alguien hace o dice algo tan ridículo, incómodo o fuera de lugar que te hace sentir bochorno aunque no seas tú el protagonista. Es el equivalente español al anglicismo «cringe».
Publicó “soy un alma vieja atrapada en un cuerpo joven” y me dio tanto lache que lo dejé de seguir.
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Asumir las consecuencias o la culpa de algo que uno no ha hecho, o sufrir un castigo injusto.
Proviene de la persecución a los judíos en la España medieval. Se les obligaba a pagar un impuesto llamado “pato”, y con el tiempo la expresión pasó a significar cargar con la culpa o las consecuencias.
Siempre pago el pato de los errores de los demás.
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Empleado para indicar que alguien o algo ha ido más allá de lo razonable o aceptable, que se ha excedido en intensidad, comportamiento o uso. Su origen viene de la mecánica: cuando una rosca (como la de un tornillo) se aprieta demasiado, se daña y ya no sirve.
Tu comentario estuvo pasado de rosca, no hacía falta ser tan duro.
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Comer en exceso, de forma rápida o descontrolada, hasta sentirse muy lleno.
En la cena de Navidad me atiborré a turrón y luego no podía ni moverme.
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