Investigar a alguien en redes sociales.
Stalkear a gente en redes sociales es lo único que sé hacer bien… ojala fuera un trabajo.
Sufrir un ataque repentino (como un desmayo, un mareo o una crisis repentina). Utilizado para referirse a un susto físico inesperado.
Casi me da un jari al ver la factura de la luz.
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Se usa para expresar desenfado, despreocupación o falta de seriedad. Se aplica cuando alguien actúa con exceso de libertad, sin reglas ni orden. También puede usarse de forma irónica para señalar un ambiente caótico, desorganizado o donde cada cual hace lo que quiere.
La expresión tiene origen histórico: se popularizó en el siglo XIX en España, vinculada a la Constitución de Cádiz de 1812, conocida como “La Pepa” (porque fue promulgada el día de San José, 19 de marzo). Al gritar “¡Viva la Pepa!”, la gente celebraba la nueva Constitución y con el tiempo la frase pasó a significar desorden o jolgorio.
Se fue de viaje sin plan ni reservas, hala, viva la Pepa.
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Comer en exceso, de forma rápida o descontrolada, hasta sentirse muy lleno.
En la cena de Navidad me atiborré a turrón y luego no podía ni moverme.
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Hacer un escándalo a gritos, con motivo de un enfado desmedido.
Me montó un pollo por prepararle un café con leche en vez de un cortado.
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Describe a alguien que actúa de forma caótica, apresurada y sin dirección clara. La imagen proviene de la idea de un pollo que, tras perder la cabeza, sigue moviéndose sin control.
El primer día de rebajas los clientes entraron a la tienda como pollos sin cabeza en busca de cualquier oferta.
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Expresión que indica que, cuando dos personas se reparten una responsabilidad y ninguna la asume, la tarea se queda sin hacer. Se aplica a la falta de compromiso compartido.
Con los informes anuales pasó lo de siempre: el uno por el otro, la casa sin barrer. Así que estamos a finales de 2025 y todavía no tenemos el informe de 2024.
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Una persona muy joven, nueva o sin experiencia en algo. Suele utilizarse de forma afectiva. Proviene del latín pipio, pipionis, que significa “pichón” o “polluelo”.
Cuando empecé en el trabajo era un pipiolo que no sabía ni presentarse ante desconocidos.
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Sentirse abrumado, confundido o con dolor de cabeza por exceso de ruido, preocupaciones o información.
Después de estar cuidando de mis sobrinos todo el fin de semana tengo la cabeza como un bombo. Si pudiera, pediría unos días de baja laboral…
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Se dice de algo o alguien que aparece por todas partes, de forma excesiva o repetitiva.
El afán de protagonismo de ese político es indescriptible, está hasta en la sopa.
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Se refiere a una persona extremadamente tacaña, que evita gastar dinero incluso en lo más básico o en situaciones sociales donde se espera cierta generosidad. La imagen del puño cerrado transmite avaricia y retención.
Es el más rico del barrio y jamás paga una ronda en el bar, es de puño cerrado.
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Molestar insistentemente, fastidiar, ser pesado o inoportuno con algo. Se aplica cuando alguien repite demasiado un tema, insiste sin parar o resulta cargante.
Me está dando la tabarra con que vaya al gimnasio, y ya me tiene cansado.
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Asumir las consecuencias o la culpa de algo que uno no ha hecho, o sufrir un castigo injusto.
Proviene de la persecución a los judíos en la España medieval. Se les obligaba a pagar un impuesto llamado “pato”, y con el tiempo la expresión pasó a significar cargar con la culpa o las consecuencias.
Siempre pago el pato de los errores de los demás.
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Estar distraído o despistado.
Le pedí que recogiera el desodorante y lo metió en la nevera… está en las nubes.
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Expresión que indica que alguien ha exagerado, ha ido demasiado lejos en sus palabras o acciones, sobrepasando lo razonable. La metáfora de “tres pueblos” sugiere que se ha excedido mucho más de lo necesario.
Se pasó tres pueblos criticando a su compañero delante de todos. Debería haberlo hecho en privado.
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